El avance vertiginoso de la Inteligencia Artificial (IA) presenta tanto oportunidades como desafíos significativos para nuestra sociedad. En el ámbito del derecho costarricense, la integración de estas tecnologías no es una cuestión de «si» ocurrirá, sino de «cómo» se gestionará.
Antes de apresurarnos a implementar proyectos piloto o redactar leyes específicas, es imperativo dar un paso atrás y construir una base sólida: un conjunto de principios éticos que actúen como el pilar de toda futura regulación.
¿Qué es una «Constitución Digital» para la IA?
La idea de una «constitución digital» se refiere a un documento maestro que consagre los valores y derechos fundamentales que deben ser protegidos en la era digital. Este no es un concepto legalista abstracto, sino una guía práctica y un norte moral. Su propósito es asegurar que, sin importar la complejidad de la tecnología que se desarrolle mañana, los cimientos de nuestra sociedad permanezcan intactos.
Este marco debe priorizar la protección de la dignidad humana, la promoción de la equidad, la salvaguarda de la privacidad y la garantía de la autonomía en el juicio profesional.
Pilares de una Regulación Ética de la IA
Para que esta «constitución digital» sea efectiva, debe articular claramente varios principios no negociables:
- Dignidad Humana: Toda aplicación de la IA debe respetar y potenciar la dignidad inherente de cada persona. La tecnología debe servir a la humanidad, y no al revés.
- Equidad y No Discriminación: Los algoritmos deben diseñarse y auditarse para evitar sesgos que perpetúen o amplifiquen las desigualdades existentes en la sociedad.
- Privacidad por Diseño: La protección de los datos personales no puede ser una ocurrencia tardía. Debe estar integrada en el diseño mismo de los sistemas de IA.
- Autonomía del Juicio Profesional: En campos como el derecho, la medicina o la judicatura, la IA debe ser una herramienta de apoyo, pero nunca un sustituto del juicio crítico y la responsabilidad de un profesional humano.
Establecer este marco ético primero es la única manera de construir un ecosistema de IA que sea innovador, seguro y, sobre todo, justo. Es la base sobre la que se puede edificar, con confianza, todo el andamiaje legal y tecnológico futuro en Costa Rica.